
Las excusas pueden ser muchas. Lo que importa es que el diálogo que transcribo más abajo tuvo lugar en octubre del 2012, es decir, pasaron 4 meses, que son 16 semanas, 120 días y si contamos las horas llegaremos rápidamente a casi 3000 (tres mil). O sea,ES MUCHO TIEMPO para dejarlo quieto e inadvertido, además de que las cosas no se detienen y siguen avanzando. No esperan los tiempos de las editoriales, los complejos (y legítimos) intereses de partes involucradas en acuerdos internacionales, etc. Por ello, traduje el prefacio a cuatro manos que escribimos hace más de 3000 horas con Paul Singer. Los links que faltan estarán pronto en la version PDF que parecerá en la sección Biblioteca. Prometo que en el post de Marzo habrá más sobre el tema!
Esa conversación se produjo vía internet, entre Brasilia y Buenos Aires, en octubre de 2012, cuando se estaba preparando la edición portuguesa del libro “El futuro del dinero” de Bernard Lietaer para la cual escribí un capítulo sobre Brasil, por invitación del autor. La versión original, en inglés, apareció en 2001, o sea, hace más de una década. Desde entonces, el “Futuro” ha sido traducido a 18 idiomas y un ejemplar en castellano llegó a las manos del Profesor Paul Singer hace poco más de seis años, por mi iniciativa, dado nuestro conocimiento personal previo y el interés que él siempre demostró por los clubes de trueque y las monedas sociales.
En mi entender, la obra de Lietaer en su conjunto es una obra que sorprende, moviliza, inspira y llega ser provocativa sobre todo para lectores del mainstream de las ciencias económicas. Podemos decir que sólo no le cabe la indiferencia. Por ello, hemos insistido en la publicación del “Futuro” en Brasil, país en que han florecido múltiples formas de dinero alternativo. Y me pareció más que oportuno invitarlo a Paul Singer para opinar sobre el significado de las monedas sociales y las ideas de Lietaer, en un formato que fuera a la vez de rápida ejecución y viable para sus tiempos disponibles como Secretario de Estado. Inventé el formato prefacio a cuatro manos y el lo aceptó.
Autor de numerosos libros y centenares de artículos publicados como parte de su carrera de profesor en numerosas universidades, fue director del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo y desde 2003 hasta la fecha Paul Singer ha conducido la Secretaría Nacional de Economía Solidaria del Ministerio del Trabajo y Empleo de Brasil.
Mi regalo del “Futuro del dinero” se debió a que, desde 1998, él se interesó por los clubes de trueque como posibilidad de la economía solidaria. Por ello escribió el que fue el primer apoyo de la academia a ese extraño formato que se expresaba con sorprendente vigor en Argentina. Como tantos que lo han leído, particularmente en el ambiente de la militancia en Economía Solidaria y en universidades, allí encontró un abordaje extremadamente innovador del fenómeno social del dinero, ausente de los textos clásicos de Economía. Creemos que esa es una obra fundamental para el futuro del conjunto de sociedades, por las razones que serán expuestas en el diálogo que sigue y que, sinergizando esfuerzos, cumple ahora la misión de introducir este libro tan demorado, hablando no tanto de su historia, sino de un presente entusiasmante y futuros posibles.
Heloisa Primavera: El primer texto de Bernard Lietaer que leí fue una entrevista hecha en 1997 por la periodista Sara van Gelder, para la revista americana Yes, cuya traducción hecha por nosotros tuvo como título: “Más allá de la codicia y la escasez: el futuro del dinero”. Involucrada de cuerpo y alma en la difusión de los clubes de trueque, sospechando que allí había algo más por explorar, en él encontré reflexiones bastante heterodoxas, aun teniendo en cuenta mi recorrido personal de bióloga devenida socióloga, gracias a una tesis de maestría sobre el movimiento peronista de los anos ‘50 – una tentativa de comprender lo que se pasaba en mi país de adopción.
Siempre relacionada con programas y políticas públicas de combate a la pobreza, a partir de 1996 los clubes de trueque se convirtieron en el eje de mis investigaciones y prácticas, tanto en la academia como desde la actuación en organizaciones de la sociedad civil. Digamos que la investigación-acción no ha triunfado como categoría en las ciencias sociales y hoy se acepta, sin problemas, que o se investiga o se milita, pero no está bien visto hacer ambas cosas No es menos cierto, tampoco, que he vivido en lugares donde mi posición sistemática incierta molesta más a mi entorno que a mi misma. No me sorprendió, pues, la resistencia de mis colegas a esa nueva especie emergente.
Fue en la Argentina de los años ’90 que empezaron a organizarse grandes redes de trueque como resistencia pacífica y proactiva, frente al ajuste estructural impuesto por los organismos multilaterales y aceptado en connivencia por los gobiernos nacionales. A partir de 1999, mi participación en el equipo de conducción del Polo de Socioeconomía Solidaria (www.alliance21.org) creó las condiciones para la inclusión de un campo específico sobre monedas sociales, que incluía explícitamente a practicantes y académicos comprometidos con la construcción urgente de un “mundo plural, responsable y solidario”. Fue en ese contexto que, en junio de 2001, luego de una semana de trabajo en Findhorn, un golpe del azar me hizo encontrar en una librería de aeropuerto el único ejemplar del recién salido “The future of Money”. Fue el fin de mi soledad teórica y el encuentro con uno de los autores que más influencia tuvo en el desarrollo de mis investigaciones acerca del comportamiento humano en relación al dinero y la propiedad.
En esos momentos, para no entrar en detalles, tuve pocos aliados en la academia. Singer fue uno de ellos, Marcia Rivera, entonces Secretaria Ejecutiva de CLACSO, la otra. Los demás resistían a acercarse siquiera, pese a que en Argentina ya había más de 15 cuasi-monedas (los “bonos provinciales”) que insinuaban esa vocación local de pluralismo monetario.
Poco más de una década más tarde, existe más de un centenar de trabajos de graduación, maestrías y doctorados sobre el caso argentino, en América Latina y en las demás regiones del mundo. Un número significativo de esas producciones abordan acotados espacios territoriales y de tiempo, además de tratarlos con categorías teóricas poco fructíferas para trascender el análisis de caso para publicación (¡Noblesse oblige!) y la curiosidad poco comprometida con el cambio urgente del sistema monetario – organizador definitivo si los hay de las relaciones sociales, locales y globales. Que reconocemos hoy in-sustentables o in-sostenibles, lo sabemos todos. Vaya responsabilidad.
Es por eso que, sin remontarnos a la manzana original, considero que lo que pasa hoy en Brasil en materia de monedas sociales, en cierta forma, tiene «algo» que ver con una frustrada entrevista que no le hice a Singer en 1998, buscando – honestamente y casi desahuciada – alianzas y argumentos para profundizar mis solitarias investigaciones. En realidad, él no los tenía entonces, pero en vez de permitirme que le hiciera preguntas, me las hizo él y escuchó atentamente las observaciones y las prácticas de capacitación con las que pretendíamos desestabilizar desde dentro el movimiento emergente, para hacerlo más democrático, participativo y trascendente.
A partir de ahí – como “trueque” – escribió el pequeño artículo citado anteriormente, que fue incluido en la Revista Trueque, No.3, donde dejaba clara su postura acerca de que esas neo-formaciones pudieran integrar la naciente Economía Solidaria, en vías de organización en Brasil. Y así lo interpretó, cuando tuvo la oportunidad de incluir a los clubes de trueque entre los emprendimientos de Economía Solidaria, seis años más tarde, ya al frente de la SENAES, cuando se realizó en primer relevamiento de iniciativas a nivel nacional.
Paul Singer: No me acordaba de ese articulo, parece que pasó tanto tiempo que es difícil relacionar todo lo que ocurrió en poco más de una década. Recuerdo, si, ahora que me lo decís, que uno de mis asistentes, André Ricardo de Souza, había Iniciado un proyecto inspirado en un sistema canadiense…
HP: Se trataba de los LET’S pioneros, de Michael Linton, que se desarrollaron desde 1981 entre las monedas alternativas que favorecen la creación de trabajo. En realidad, en 1998 se había creado el primer club de trueque en la ciudad de San Pablo, pero pocos lo conocían, dentro y fuera de la Economía Solidaria. Directamente inspirado en el modelo argentino, nació en un barrio de la zona sur y aun existe, con su moneda social denominada “bonus”, para evitar problemas con el Banco Central… Dos años más tarde, los organizadores del Banco Palmas, recién lanzado, tomaron contacto con el modelo argentino en la reunión en que organizó el encuentro fundacional de la Red Brasileña de Economía Solidaria, en la ciudad de Mendes, Rio de Janeiro. Entusiasmados con la facilidad de implementar el modelo, decidieron agregarlo a las demás estrategias de microfinanzas y promoción de pequeños emprendimientos. Se creó la moneda social Palmares y dos años después la moneda social Palma, impresa en Argentina, puesto que su implantación se dio gracias a una colaboración entre la RedLASES y la organización holandesa Strohalm. Pasarían tres años antes que esa moneda evolucione a moneda social circulante local, respaldándose en moneda oficial, con el apoyo inicial de la SENAES y luego de otras entidades financieras, hasta llegar al mismo Banco Central.
Si eso ocurría en el ámbito de los nuevos “bancos comunitarios”, en otros espacios las monedas sociales seguían multiplicándose. En los quince años que siguieron la creación del primer club de trueque en Brasil, es imposible saber a ciencia cierta, cuántas monedas sociales se crearon, cuantas subsisten y dónde. Y, sobre todo, lo que más inquieta a la mayor parte de investigadores, cuánto y qué se intercambió.
Como nos hemos ubicado en el plano del ensayo y la transformación, esa ausencia no nos frena, sino que nos estimula: la experiencia argentina nos enseñó que cuando alcanzan niveles significativos los medios y la política se ocupan de ellas. Luego, la universidad analizará los emergentes y/o los restos, si el auge ya se alcanzó.. Y explicará por qué ocurrió (o no) lo que podría haber ocurrido, etc.
Casi siempre en la cómoda retaguardia del análisis, riguroso y por ello sin compromiso con la urgencia. En el frente, seguirán las tentativas, los errores, lo impensado y los prototipos: aquello que NO está cerrado, ni quiere concluir, sino volver a empezar e ir más allá. Incluso, y sobre todo, más allá de lo que permiten las categorías de análisis existentes.
¿Excesivamente feyerabedianos? Quizás, en un primer momento. Hoy más probablemente morinianos: buscando distinguir sin cercenar, unir sin borrar especificidades, como estrategia del no encorsetar la búsqueda de lo que aun no existe pero merece ser encontrado. Podemos reconocer aquí nuestros primeros intentos de aplicación de principios del pensamiento complejo a esa temática. Trataremos de mostrarlo en los textos que siguen.
Desde un acompañamiento que ha sido permanente a lo largo de más de 16 años, podemos hoy proponer la existencia de cuatro familias distintas de monedas sociales en Brasil, originadas a partir de modificaciones al prototipo “club de trueque” argentino:
1) clubes o grupos de trueque con moneda social propia, generalmente no intercambiable con otras;
2) ferias de corta duración, que usan monedas sociales especiales para cada ocasión;
3) grupos culturales independientes, con varios sistemas de intercambio y monedas sociales propias, organizados en función de un modelo más integral de relaciones sociales, no exclusivamente como alternativa al mercado capitalista;
4) bancos comunitarios con moneda social circulante local, apoyados por el gobierno nacional, por la Fundación Banco del Brasil y el mismo Banco Central.
Se trata de prototipos vivientes y en evolución, que refuerzan las tesis de Bernard Lietaer sobre las monedas complementarias, en particular las monedas sociales, creadas y administradas por las comunidades. A partir de nuestra colaboración a la edición brasileña del “Futuro”, creímos que es importante colocarlas en diálogo en un portal abierto en internet, donde puedan conocerse, intercambiar significados y experiencias y producir… nuevos prototipos. Pronto estarán presentes en algún espacio público.
PS: Me parece una excelente iniciativa. Leí el libro El futuro del dinero hace varios años, leí también el capítulo que escribiste sobre Brasil, donde aprendí mucho, incluso sobre esa taxonomía de cuatro tipos de monedas sociales que acabás de mencionar. Me parece que esa visión totalizadora no se había intentado antes y me resulta muy atractiva porque en el recién publicado Informe al Club de Roma, escrito por Lietaer en colaboración con otros colegas 6, aparecen también interpretaciones muy novedosas e iluminadoras, en cuestiones que siempre fueron tratadas de modo convencional, por la economía y por la sociología, con poca o ninguna innovación.
Cuando la ciencia no da cuenta de las transformaciones de las sociedades reales, que debe explicar para transformarlas, quien tiene que cambiar es la ciencia… Eso es una obviedad. Pero no se encuentran obras que desafíen el sentido común de las ciencias sociales. El tamaño y la complejidad de la crisis que vivimos hoy exigen que eso se haga con urgencia, rigor y compromiso, que se traduzcan en nuevos tratamientos políticos pero también teóricos, para encontrar salidas. De ahí la importancia de esos nuevos textos, de las experiencias en curso y nuevos modelos.
Convencionalmente, el dinero es considerado por nosotros – economistas – como un instrumento de intercambio. Es básicamente eso y también un instrumento posible, no único, para el ahorro. Esas son las funciones clásicas del dinero, según las cuales el dinero es un instrumento neutral para la economía de mercado. Lo que la obra integral de Bernard Lietaer muestra, de forma contundente, y las experiencias que estudiaste ejemplifican, es que ese instrumento se transformó en un factor político extremadamente importante, ya que es manejado no solamente por el estado, que hoy tiene el monopolio de la emisión de moneda oficial, pero también por la poderosa oligarquía del sector financiero que lo domina de forma cada vez menos reversible. Como mostró Keynes, el dinero no es absolutamente neutral, no es un simple instrumento, pero sí una mercancía “sui generis”, que puede ser usada y es usada para extraer plusvalía, lucro, sobre todo a través de la especulación. El sistema monetario vigente tiene intereses propios. El dinero no es un martillo que se usa para golpear cuando es necesario y que, después de usado, permanece inerte. Al contrario, se creó una forma de que sea más ventajoso que quede inmovilizado que aplicado en la economía real. Esa es, en mi entender, la contribución más importante de la obra de Lietaer y de tu contribución al caso de Brasil: desenmascarar – en la teoría y en la práctica – la visión tecnicista que oculta lo esencial: el dinero que existe hoy no es un medio, es un fin. Si bien la crítica ya había sido hecha por autores como Marx y Keynes, pocos hicieron propuestas de cambio concretas y pacíficas. No podemos omitir entre ellos a Silvio Gesell, que logró implementar en los años ’30, en Austria, una moneda que evitaba el atesoramiento por tener interés negativo.
HP: A propósito de Silvio Gesell, pocos saben que en su juventud, a comienzos del siglo pasado, el migró de Alemania para Argentina y ahí pudo hacer las observaciones sobre el funcionamiento de la economía que dieron origen a la obra monumenta donde propone esa idea de “démurrage” u “oxidación” de la moneda, para que el dinero no se inmovilizara y fuera aplicado en la economía real. Me parece importante contextualizar ese aporte, sobre todo por la crisis de los años ’30. Monedas complementarias pueden ser producidas por el estado (gobiernos municipales o provinciales,), por empresas o grupos de empresa o por los mismos usuarios, en sistemas de autogestión. A estas últimas hemos propuesto la denominación de monedas sociales para diferenciarlas de otras producidas por el estado para fines emergenciales o políticos, como fueron los “bonos provinciales” en Argentina. O por aquellas creadas por empresas privadas para concentrar y fidelizar su clientela, como son los tickets-restaurant o las millas aéreas, que permiten viajar o hacer compras en empresas asociadas.
Volviendo a las ideas de Gesell, en la actualidad, existen varios sistemas de monedas sociales que usan el mecanismo de interés negativo para evitar su acumulación y activar las economías locales: es el caso de monedas regionales de Alemania, donde se pagan periódicamente pequeños importes para mantenerlas en circulación. Un mecanismo similar puede ser encontrado en algunas monedas de comunidades en transición, como las libras de Brixton y Stroud, del Reino Unido. En las redes de trueque de Argentina, pocos grupos necesitaron utilizarlo como mecanismo de activación de la economía porque, en el auge del desempleo, la iliquidez era tan grande que era casi imposible guardarlas. En algunos casos, para evitarlo, se adoptó la inclusión de una actividad de capacitación mínima para que el postulante fuera aceptado miembro del grupo y se tomó la precaución de incluir en los billetes frases que reforzaran el sentido de usarlas y no acumular.
PS: El caso de las monedas sociales en Argentina tiene una gran importancia histórica. Es necesario observar el fenómeno en el contexto de una crisis fuertísima, debida al “ajuste estrutural” impuesto por el FMI y el Banco Mundial. A poco más de una década, esa crisis debería servir como un “trailer” – cola de la película – para gobiernos como los de Grecia, Irlanda, Portugal y España: los países se endeudan por estímulo de quienes prestan y el cobro es luego usado como chantaje, empujando a los países a su auto-ruina. Argentina fue una clara precursora de lo que está pasando hoy en Europa. Por otro lado, se ve también cómo una iniciativa de la sociedad civil, que no pretendió ser revolucionaria, sino simplemente disminuir el impacto de la crisis de desempleo, se multiplicó exponencialmente y se transformó en salva-vidas para buena parte de la población empobrecida.
HP: A fines de la década de los ’90, con la política monetaria de convertibilidad del peso argentino a dólar norteamericano, coincidente con el auge de las cuasi-monedas provinciales (monedas oficiales con las que se pagaban los salarios de la administración pública) y los clubes de trueque organizados en grandes redes regionales, un profesor visitante inglés tomó una foto en el interior del país, en la que una tienda exhibía – casi con orgullo – un cartel que decía: “Aceptamos pesos, dólares, bonos provinciales y créditos”, siendo estos últimos las monedas de los clubes de trueque. Ese hecho fue rescatado en la obra publicada posteriormente10 y la foto ahí se encuentra disponible.
Otro aspecto no menor a la hora de comprender el comportamiento de las personas en relación al dinero, está relacionado con el abordaje que hace Lietaer acerca de las configuraciones particulares de cada cultura y sus mitos fundacionales, presentes en los arquetipos del inconsciente colectivo.
Basado en las teorías de C.G.Jung, ese autor relaciona la resistencia al cambio de paradigma monetario al miedo a la escasez, más fuerte en algunas culturas que en otras. De acuerdo con esa interpretación, se explicaría en nuestras sociedades actuales cierta tendencia a la codicia y la avaricia como resultado de la represión de dos arquetipos del inconsciente colectivo: la Gran Madre (Pachamama de las culturas andinas) y el Amante – Yemanyá en la tradición afro-brasileña. El interés de esos argumentos estriba precisamente en la comprensión de nuestra resistencia al cambio en la relación con el dinero, más allá de la racionalidad que nos indica que el camino trillado nos está llevando al abismo. Concebir estrategias eficaces de cambio de comportamiento en el corto plazo requiere incluir esas dimensiones ausentes en el abordaje de las ciencias económicas, desarrolladas con números improbables e impredecibles, omitiendo su carácter de ciencia humana. Abordan mal el comportamiento individual y colectivo de seres humanos, que tienen emociones, sentimientos y sin-razones, contradicciones y tendencias colectivas del grupo de pertenencia, responsables por la construcción de significados tan distintos en diferentes culturas de instituciones como son el dinero, el bien privado y el bien común.
PS: Concuerdo absolutamente con lo que dices. Aunque desconozco el abordaje de Lietaer en ese aspecto, veo que la Economía que se enseña hoy es totalmente ideológica, aunque pretenda ser una “visión científica” del mundo. La Economía parte del supuesto no discutido de que el ser humano es racional y egoísta. Todos somos racionales e infinitamente egoístas: este es un supuesto no discutido en Economía. Obviamente no es verdadero como generalización, lo cual simplifica a tal punto el análisis teórico del comportamiento humano que, según esa visión, lo que se hace con el dinero es siempre algo que tiende a multiplicarlo. Si aun no lo eres, quieres ser rico, si lo eres, quieres ser millonario, si eres millonario quieres ser billonario… Usas tu computadora para cálculos de probabilidades, para multiplicar tu dinero y empiezas a no gastarlo para que él se multiplique: inviertes en acciones en la Bolsa, en el mercado a futuro, para incrementar ese número hasta el infinito, sin límites. Esa conducta multiplicada millones de veces paraliza una parte importante del dinero que permanece en el “juego” de producir más dinero y deja de ser usado para la economía de productos y servicios necesarios al funcionamiento de la sociedad. Todos sabemos que ese juego tiene efectos extremadamente negativos para el conjunto de sociedades, lo vemos permanentemente, pero muchos lo perciben como fenómenos aislados y particulares.
En realidad, la típica crisis capitalista puede ser explicada como un momento de pánico de las capas más ricas de las sociedades, que monopolizan gran parte del dinero de todos. La clase dominante se siente insegura y retiene una proporción importante del dinero. Por eso es importante la contribución de Silvio Gesell, que propone que quienes retengan al dinero paguen, en vez de ganar más dinero… En mi entender, esa idea sigue válida, pero el cambio no será fácil porque los poseedores del dinero tienen mucha fuerza política. Hay una lucha muy desigual, pero hay que darla.
De ahí que la salida de diversificar las monedas, de hacerlas plurales, es brillante: cada grupo inventa la moneda que necesita para su uso propio y con eso enfrenta, aun parcialmente, la crisis de iliquidez. El actual gobierno de Brasil así lo comprendió, por eso apoya esa creación monetaria local, en una medida que sorprende al mismo Lietaer.
HP: Un caso muy interesante, sino único en mi conocimiento, es el que ocurre en la localidad de Campo Limpo, en la zona sur de San Pablo, donde funcionan dos monedas sociales locales: la sampaio y la solano, siendo la primera de un banco comunitario y la segunda de un circuito cultural del barrio, en paralelo. Son familiares, pero no se confunden: una está vinculada a un programa apoyado por el gobierno nacional que otorga préstamos para microemprendimientos, en moneda oficial o moneda social, y la otra pertenece a un circuito auto-organizado de promoción y difusión de la cultura local. Todavía no se ha planteado (ni descartado) la posibilidad de “diálogo” entre ambas, por ejemplo, de la convertibilidad de una en otra, porque tienen distintos objetivos y sistemas de gestión. La moneda cultural solano es similar a las numerosas monedas sociales de los colectivos Fora do Eixo (Fuera del Eje), que desde 2005 vienen creciendo y construyendo un nuevo eje de promoción de las culturas locales, que ya atravesó las fronteras de Brasil y América Latina. Acaban de crear la Universidad Libre FDE y disponen de su propio banco FDE, articulado por colectivos de vida común, con casas-residencia en varios puntos del país (www.foradoeixo.org.br)
PS: Así es: a partir de su confesión de marginalidad, lograron desarrollarse con vigor fuera del eje dominante Rio – San Pablo, creando, entre otras cosas, un sistema muy inteligente y flexible de monedas complementarias. Es necesario reconocer que uno de los cambios importantes que ocurrieron en Brasil, que se ve ven más claramente en la gestión actual que en la anterior, fue el cambio en el Banco Central. No ha sido fácil, fue necesario quebrar el tabú de los bancos centrales como garantía de estabilidad monetaria y conceptual. Hubo dos seminarios internacionales organizados por el Banco Central, en los cuales hemos participado ambos, que en mi entender podrán contribuir significativamente para que iniciativas de monedas locales sean apoyadas y no combatidas por los bancos centrales, como lo han sido a lo largo de la Historia, en todo el mundo. Vivimos un momento muy rico, donde están emergiendo iniciativas de pequeño porte pero de gran poder transformador, que hacen que diferentes iniciativas empiecen a percibirse como complementarias unas a otras. Ninguna es mejor ni superior a otra, todas son necesarias y cuantas más existan, tanto mejores serán las posibilidades de transformación social que necesitamos con urgencia.
HP: Pese a que las monedas sociales parezcan a primera vista un simple instrumento monetario, una “copia” de la otra moneda, si examinamos ejemplos de casos con cierta duración, como fueron los clubes de trueque en Argentina a fines de los ’90, constatamos que en realidad ellas pueden condicionar las demás prácticas sociales. Es lo que está ocurriendo hoy con los bancos comunitarios y los colectivos “Fuera del Eje” en Brasil. Y es importante ensanchar la mirada más allá de las monedas y observar otros casos ejemplares como el rey de Bután que se atrevió a reemplazar el mutilante PIB con la puesta en práctica de políticas públicas dirigidas a la Felicidad Interior Bruta; como fue la introducción del PID (Producto Interno Dulce) como instrumento de la Economía Social y Solidaria, para promover la inclusión social en la provincia de Québec, Canadá. O aun como el Informe sobre factores de riqueza, hecho por Patrick Viveret en Francia, en el año 2001, que generaría luego el Proyecto de moneda SOL apoyado en unprimer período por la Unión Europea, la que a su turno condujo al Sol-violette, apoyado hoy masivamente por la ciudadanía y por la alcaldía de Toulouse… Epigénesis extraordinaria o simple evolución en ritmos muy rápidos, si tenemos en cuenta la complejidad de cambiar el tabú del dinero.
¿Por qué la evolución cultural tendría que darse de otra forma que la evolución natural, basada en la multiplicidad y la variedad?
PS: Así es. Somos muy apurados y a veces no sabemos ver las cosas en perspectiva histórica. Hace poco, en la reunión Rio +20 – decepcionante para muchos – ocurrieron cosas muy interesantes, como la Cumbre de los Pueblos, que aún no ha sido valorada en sus dimensiones más profundas. Como decís, hoy convivimos con el rey de Bután haciendo cosas que las ciencias sociales no fueron capaces de hacer… Y con mis compañeros del Banco Palmas inventando cosas que, ni en la Universidad ni en el gobierno, fuimos capaces de crear.
HP: ¿ Será un nuevo principio de división territorial del trabajo? Si logramos una buena articulación e instrumentación de las innovaciones que estamos asistiendo, quizás ya no habrá ejército industrial de reserva… Cada uno hará una parte, pero que forma parte del todo. Nadie puede hacerlo todo, pero puede mirar el todo para saber qué es lo mejor que puede hacer, con quién hacerlo, cuándo y cómo. Hoy tenemos muchos recursos disponibles pero nos falta sinergia, una buena articulación entre ellos. Por ejemplo, hace poco más de una década, cuando se creó la RedLASES, el foco era el desempleo, común a toda América Latina, con la crisis de la deuda; entonces, tenía sentido atenuar las crisis locales y para ello las monedas sociales mostraran ser un instrumento importante, aunque insuficiente. Hoy el foco está en la sustentabilidad, porque la mirada ya no puede eludir el cambio climático y el futuro de las generaciones. Entonces lo que antes era razonable, hoy es… ingenuo, aunque persistente; necesario, aunque absolutamente insuficiente. Sabemos que el planeta azul es absolutamente sustentable. Como planeta. Pero si queremos que nuestros nietos estén en él, debemos cambiar radicalmente nuestra visión de desarrollo: lo que creíamos era la solución – como lo anticipó François Partant, es en realidad el principal problema! Uno de sus seguidores, Serge Latouche, introdujo la escandalosa idea de “decrecimiento” imposible de presentar a cualquier político en ejercicio o que quiera hacer carrera… Y si eso está ocurriendo en el campo de las ideas, no es menos cierto que en el campo de las prácticas, sin cualquier teoría de apoyo, por suerte, asistimos a iniciativas como la reconstrucción masiva de los manglares en una región de Senegal (África), donde se plantaron más de 100 millones de árboles en poco más de tres años, por iniciativa de una persona que supo seducir a otras tantas. Otro caso interesante de esa región del mundo tan desconocida para nosotros es el pago de préstamos combinado en dinero y una proporción previamente acordada de las cosechas para la parte correspondiente a intereses. O sea, con intereses móviles o riesgos compartidos, se podría decir. No se trata aquí de buscar aportes al Libro Guiness de originalidad, sino de mostrar la variedad de iniciativas que existen en la actualidad para tan distintos propósitos.
Esa visión que integra complejidad y responsabilidad social extendida, que mira a la vez presente y futuro, a penas empieza a instalarse, en la práctica. No sabemos si los “tempos” de la academia podrán incorporarla a tiempo de producir reflexiones útiles para el presente y el futuro,separados por una línea tan tenue cuanto queramos trazar. O si seguiremos, en ese ámbito, estudiando fósiles vivientes para el propósito de contribuir a la construcción de un contexto de viabilidad para las futuras generaciones. ¿ Le tocará siempre a la militancia ocuparse de las comunidades en transición? ¿ Ese millar de iniciativas que viven preparando el estilo de vida correspondiente al fin del petróleo barato, a décadas antes de su agotamiento? ¿Qué tipos de organizaciones / actores sociales integran hoy espacios de discusión sobre esas propuestas? ¿ No estaremos ausentes de dónde debiéramos estar?
Así como en los ’90 nos pareció importante sacar los clubes de trueque del espacio de Argentina e insertarlos en la Economía Solidaria, de América Latina primero, luego del mundo, hoy sabemos que el horizonte de las transformaciones sociales necesarias se profundizó y ensanchó, hacia la construcción democrática pero también a la preservación y/o restauración de las florestas, hacia la permacultura integral en zonas rurales y urbanas, y a la inserción de la tecnología en educación como estrategia de inclusión social. Por no hablar del acompañamiento de las distintas expresiones de “indignación” que ocupan territorios cada vez más diversificados, con el apoyo de las redes sociales. Y las monedas sociales siguen siendo una estrategia de esas nuevas construcciones democráticas.
PS: Acuerdo plenamente contigo: la moneda es un instrumento importantísimo. Y otros como la educación, el cooperativismo, el presupuesto participativo lo son igualmente: son partes de un todo más grande que es ese mundo pos-capitalista que ya estamos construyendo. Al contrario de lo que pensábamos cuando jóvenes, que era necesario destruir políticamente el capitalismo, conquistar el estado, todo eso fracasó estrepitosamente porque no es democrático. Por eso creo que todas esas iniciativas que están emergiendo son importantes contribuciones para un proceso revolucionario pacífico. Es lo que está ocurriendo en todo el mundo. En esta conversación me hablaste de iniciativas y conceptos que desconocía por completo. Así es cómo debemos completarnos: uno busca,investiga, otro ayuda a que las transformaciones se consoliden. Este ha sido mi papel en el gobierno brasileño: apoyar lo que están haciendo mis compañeros allá en la punta… Aquello que no tuvimos capacidad de inventar. Quizás, hemos contribuido con la idea de Economía Solidaria como política de estado. Y ahora con el apoyo a las monedas sociales en los bancos comunitarios, mostrando que la moneda no es un instrumento neutral, que puede ser utilizada para el bien o para el mal. Podemos recuperar esa finalidad: la estamos usando para el bien…
HP: Como hablé de paciencia y coraje al comienzo, quiero aclarar que soy optimista. Creo en los jóvenes. Más aun, creo en los niños de hoy. Y en la tecnología como fuerza liberadora, en particular en la potencia de internet como espacio de ruptura de las elitizaciones, que conduce inevitablemente a la democratización. Darcy Ribeiro, que fue mi orientador en la Maestría hace muchos años, previó esas dos condiciones. Dijo que estábamos condenados a la democracia por la difusión de la información, principalmente gracias a internet. Y a los jóvenes les reclamó nada menos que… la indignación! O sea, no falta nada. Se trata de aprender a mirar. Y acompañar.
PS: También creo en los jóvenes. No habíamos tocado ese tema, pero mi esperanza son los jóvenes. Son menos pre-conceptuosos, tienen menos herencias para cargar, menos dogmas para defender, son más libres y tienen más coraje para experimentar y equivocarse…
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POS-DATA: A la semana de enviarle mi transcripción, recibí su mensaje aprobación del texto, que no será publicado en la íntegra, pero me halaga compartirlo con ustedes en este espacio para reforzar la idea de que debemos hacerlo entre nosotros y de que no estamos solos!
Querida Heloisa: leí con cuidado nuestro prefacio a cuatro manos y me parece muy bueno. Tu idea fue inspiradora y nuestro diálogo desvenda un universo de transformaciones sociales, económicas y políticas que pocos han advertido porque no están metidos a fondo como estás, desde hace tanto tiempo, y en otra medida yo mismo. Te mando mi abrazo amigo y felicitaciones por la invención del prefacio a cuatro manos.